Capítulo 1

La pregunta que todos pensaban pero que nadie hacía.

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Sí, Raúl es gay. Es gay y es vegetariano, lo que hacía aquellas reuniones familiares (afortunadamente no más de dos al año) muy complicadas. En Navidad nunca le sirven del pavo y jamás ha estado seguro si es por respeto o por discriminación. Por muchos años ha sido un film geek y sus películas favoritas son las llamadas clásicas. Tiene una grandísima colección de filmes que no ha tenido tiempo de ver. No fuma, no bebe y es incapaz de manejar de noche pues suele quedarse dormido. Es licenciado en Administración de Empresas pero hasta ahora no ha dado buen uso a su título. Es lo suficientemente listo para saber que no es tan listo como él piensa que es. Pasa mucho, mucho tiempo en internet.

Su teléfono celular suena. En el identificador de llamadas se lee “No contestar”.

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Emilio es gay y algo solitario. Ayer fue a buscar muebles nuevos y en cuanto subió a las escaleras eléctricas de la tienda notó que éstas se movían mucho más lento que las demás. Esas cosas le pasaban seguido.

Convencido de que él había provocado la disminución de velocidad, mientras subía vio del lado opuesto que alguien que bajaba lo miraba fijamente. Tardó algunos segundos en terminar de subir y reconocerlo. Lo primero que vio fueron figuras de cristal y buscó la escalera de bajada para alcanzarlo, lo que le tomó más de tres minutos y no vio a nadie en el piso de abajo. No supo si buscar entre la ropa de niños o los artículos deportivos. No tiene su número celular, pero ya sabe quién es. Le sorprende haberlo visto en México, porque lo último que supo de él es que estudiaba fuera.

Llamó a alguien que le podría dar su número, pero no tenía cómo anotarlo. Se aprendió el número de memoria y le llamó.

- Hola, me pareció verte bajar las escaleras. Estas por aquí? Habla Emilio.
- Sí, soy yo. Creí también haberte visto. Vengo un pongo corto de tiempo, pero qué te parece si nos vemos en la entrada?
- Voy para allá.

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Después de la cena en el piso de sus amigos, Mario y Arturo regresaban a casa. Hace tres años se conocieron por internet y tres meses atrás decidieron vivir juntos.

- Mario, ¿estás enojado conmigo?
- Sólo quisiera que cuando tuvieras un reclamo me lo hagas saber directamente y no tenga que enterarme por las amistades.

Arturo guardó silencio durante algunos minutos. Antes de bajar del auto dijo “Lo siento”, pero Mario bajó sin voltearlo a ver.

Una hora más tarde salió de casa diciéndole solamente que iría a dar una vuelta. Arturo despertó a las seis de la mañana y el lado de la cama estaba vacío.